La crisis generada por la decisión de la Región II de Educación de auditar la funcionalidad de Centros Educativos Radiales y escuelas de la 4ta. Categoría golpea el ánimo de las comunidades de la Cuña Boscosa.
Son varias los establecimientos educativos de la ruralidad que el último tiempo recibieron la visita de supervisores con la tarea de evaluar la cantidad de alumnos que asisten y, en base a la estadística, elevar informes a la delegación regional para encarar lo que oficialmente se presenta como readecuación, pero que en la realidad es un crudo e irracional ajuste.
Fueron (son) varios docentes que narraron a InfoVera su malestar, angustia y enojo por una realidad que los impacta en la línea de flotación y pone un oscuro manto de dudas sobre la continuidad de la educación entendida no solo como la adquisición de conocimientos, sino y más bien como un elemento transformador de la vida de los pueblos en su lucha por la defensa del arraigo, la cultura, la idiosincrasa.
“Si se rigen por la normativa van a hacer un desastre”, sentenció un/a docente que habló con este medio, siempre bajo condición de anonimato en vista a eventuales represalias de sus superiores.
Quiso significar que “ellos (las autoridades) tienen cómo fundamentar su trabajo” porque todo se fue achicando, y “si vienen con la fórmula nuérica están bien armados”, para acometer la velada intención de fondo que no sería otra que la de ajustar presupuestos.
Este/a enseñante rural historió que las escuelas rurales surgieron en la época de La Forestal, en obrajes y pueblos, y que hubo algunas que ya a finales de la década del ’60 pasaron a ser de jornada completa, en una etapa pos forestal, con actividades propias del arraigo que era necesario tras la ida de los capitales ingleses como forma de refundar la zona desde lo institucional.
“Con esa medida que quieren tomar, que solo pretenden que les cierre la ecuación desde lo númerico, no se dan cuenta que no están sacando la institucionalidad. Porque hoy lo que queda en los parajes son las escuelas, porque la comisaría y el centro de salud están asentados en los pueblos más grandes”, describió.
Sobre ese punto, precisó que “si bajan una escuela a categoría de CER, a ser un salón en medio del campo que depende de otra escuela, solo en razón de un concepto matemático en función del crecimiento, nos quitan identidad y memoria colectiva”, sostuvo, y expuso que además la clase política gobernante se muestra en oposición al discurso de revalorizar a nuestro norte, en contra del Plan del Norte, porque “lo único que harían sería desinvertir en educación”.
Con un marcado sentimiento de contrariedad que afloró en su voz, en la entrevista contó que “somos directores, maestros, hacemos las rendiciones porque nos sacaron los cargos, y aun así mejoramos las herramientas para la actividad de granja con tecnología, con compromiso”, pero lo único que interesa es que “los números cierren”. “Y eso que mi supervisora es de la Cuña Boscosa”, citó, como paradoja.
“Todo esto depende mucho de la mirada política, y la verdad que es ilógico pensar que puedan estar en contra de la educación en la ruralidad”, manifestó, y para cerrar dejó una frase que más que a aviso o reflexión sonó a advertencia para las comunidades norteñas: “Sabemos que lo que se cierra en el norte no se abre nunca más”.