La causa Malvinas en la provincia de Santa Fe

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En un contexto de resurgir del debate sobre el rol militar en 1982 -reinstalado por la gestión libertaria- vale volver la vista a nuestro ámbito de cercanía y preguntarse qué hará Santa Fe para “malvinizar” a quienes habitan su territorio.

Gustavo Capeletti

El 16 de junio de 2022 la Cámara de Diputados de la Nación convirtió en ley el proyecto de Capacitación Obligatoria, Integral y Permanente en la Cuestión de las Islas Malvinas para los tres poderes del Estado nacional, con un objetivo principal del que luego se desprendieron otros: garantizar la formación obligatoria sobre el tema por parte de los agentes estatales de los tres poderes nacionales.

Fue una medida -a todas luces acertada- que apuntó a socializar dentro de la administración pública federal los argumentos históricos, geográficos, ambientales, jurídicos y políticos que la Nación Argentina utiliza para defender los derechos sobre el archipiélago.

En el mismo año, el Ministerio de Educación de la Nación publicó el libro “Malvinas en la escuela: memoria, soberanía y democracia” que persiguió la loable empresa de renovar la enseñanza de Malvinas en todas las escuelas de país. Se trata de las más recientes políticas públicas a nivel país destinadas a evitar que la causa sea cooptada por el velo del olvido.

Ya en los días que corren y en un contexto de resurgir del debate sobre el rol militar en 1982 -reinstalado por la gestión libertaria- vale volver la vista a nuestro ámbito de cercanía y a título introspectivo preguntarse, a 42 años del conflicto bélico, qué hizo, hace y hará Santa Fe para “malvinizar” a quienes habitan su territorio.

A trazo grueso, estos interrogantes quedaron evacuados en tres momentos del acto oficial por el nuevo aniversario de la Gesta de Malvinas que reflejaron la incidencia de la causa patriótica en las políticas públicas de la provincia.

La ceremonia central que año tras año tiene como escenario a Reconquista no tenía en esta ocasión un número redondo que llevara a pensar que el habitual protocolo contaría, más allá del justo y merecido reconocimiento a los héroes del enfrentamiento armado del Atlántico Sur, con alguna resonancia extraordinaria. El desarrollo de los hechos demostró lo contrario.

En tren de coherencia con la línea de tiempo, la primera arista sobresaliente surgió del mensaje -enfático, vibrante y de una justeza geopolítica impecable- pronunciado por el veterano de guerra Rubén Rada, titular de la Federación de Ex-Combatientes de la provincia.

Su apreciación de la labor llevada adelante por los gobiernos provinciales para reconocer a quienes lucharon en el Sur y sus familiares fue un agradecimiento merecido para las diferentes gestiones de la Casa Gris que dieron respuestas a las demandas colectivas.
También constituyó la confirmación de que los viejos reclamos fueron atendidos por un Estado provincial que entendió a la causa Malvinas una política de Estado, no sin que en el medio de ese proceso haya primado, por momentos, la falta de entendimiento con la clase dirigente.

Todavía está fresco en las memorias norteñas lo que por cierto tiempo fue un denominador común al final de cada acto conmemorativo: los enconados diálogos de Ex-Combatientes con los gobernadores de turno por reivindicaciones económicas y sociales, que a la postre llegaron.

Un segundo episodio superó en magnitud la media usual y se enmarcó en el cuadro de responsabilidad funcional del gobierno santafesino. El gobernador Maximiliano Pullaro hilvanó en su discurso un anuncio largamente esperado por quienes abrazan la causa Malvinas: el Ministerio de Educación incorporará a la currícula escolar la enseñanza de la Gesta de Malvinas, un acto de gobierno justo y soberano. Música para los oídos malvineros.

La novedad llega justo en un momento donde el inexorable paso del tiempo puede coadyuvar a una suerte de “desmalvinización”, involuntaria pero real. Los datos del último censo fueron reveladores en ese aspecto: el 50 por ciento de los argentinos son menores de 45 años, no poseen entonces por cuestiones de calendario una memoria tangible de la guerra. Otra vez el Estado llega a tiempo para ocuparse de Malvinas, ahora con el sembrado de conciencia en las aulas provinciales.

Un tercer momento volvió a instalar a Malvinas en el eje de la articulación de políticas públicas, aunque en este caso con una dirección inversa a la de los ejemplos precedentes. No se trató ya de qué puede hacer el Estado por la causa, sino de que la causa logre vertebrar a la sociedad en su conjunto en la lucha contra la violencia narco. Fue una posición potente la que fijó Pullaro. Una alternativa interesante y valiosa a la que buscó insuflarle la mística de las causas colectivas y comunes que unen a los pueblos: parangonar la proeza de los héroes de guerra y los valores que los alentaron en medio de la incertidumbre, el miedo y las dudas para transportarlos a la vida diaria de los santafesinos, de manera de que sirvan de inspiración para la unidad y la igualdad en la búsqueda de superar los momentos aciagos y vivir en paz. Ni más ni menos.