La Ruta de la Vida

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NOTA DE OPINIÓN

Por Sergio “Chiqui” Rojas (*)

EL LITORAL – MARTES 27 DE AGOSTO DE 1935

La construcción del camino desde Vera a Los Amores

Localidades plenas de posibilidades económicas de distinta clase esperan este camino como una liberación. Los habitantes se muestran optimistas y bien dispuestos, y no ocultan que rendirían todo el esfuerzo que estuviera a su alcance con el fin de obtener que sea una realidad la ilusión tantos años acariciada. Solo resta al corresponsal repetir, con los pobladores de una extensa zona del norte, que es deseo de muchos miles de personas que esta obra se inicie y se concluya en forma definitiva.

90 años pasaron desde que un periodista del diario El Litoral se adentraba en lo profundo del departamento Vera para conocer la realidad de las localidades, viajando en ferrocarril y a caballo para llegar desde Vera hasta Los Amores.

No puedo empezar sin hacer una autocrítica: la política, durante muchos años, no resolvió este problema de conectividad. Caminos intransitables, pueblos aislados y vidas en riesgo fueron la constante. No se atendieron los reclamos a tiempo, y eso dejó huellas profundas en nuestras comunidades. Reconocerlo es parte de nuestra responsabilidad.

Hoy podemos afirmar que la pavimentación de la Ruta Provincial 3 es mucho más que una obra: es un triunfo de la constancia, la lucha colectiva, la esperanza y el optimismo de generaciones que nunca se rindieron.

Cada kilómetro de esta ruta representa un sueño cumplido. Es la prueba de que cuando los pueblos se organizan, cuando las comunidades se movilizan y trabajan juntas, lo imposible puede volverse realidad. Sin dudas es un logro la cantidad de kilómetros de asfalto, pero su valor es mucho mayor si se mide en términos de dignidad recuperada, oportunidades creadas y vidas transformadas.

Uno no puede evitar pensar cuán distinto podría haber sido el desarrollo de toda los pueblos y parajes que se encuentra a la vera de la Ruta 3 si esta obra se hubiese realizado 40 o 50 años atrás.

Esta obra tiene un significado aún más profundo para quienes vivimos de cerca las dificultades de nuestro norte santafesino. Nos tocó enfrentar emergencias hídricas donde la única manera de asistir a pueblos y familias era a través de helicópteros, tractores o vehículos especiales, con caminos cortados por el agua. También seguías que resultaron devastadoras para el campo, la producción, el abastecimiento de agua, en fin, para el medio de vida de sus pobladores. La angustia y la impotencia fueron enormes.

Por eso también es justo destacar los avances que se fueron logrando en estos últimos años, desde todos los sectores políticos. La ruta avanzó hasta Colmena e Intiyaco, llegó a Golondrina, alcanzó Los Tábanos, siguió hasta Cañada Ombú y finalmente arribó a Los Amores.

A la par, la instalación del acueducto y el acceso a agua potable fueron acompañando el avance de la ruta: el agua es un derecho humano, y su llegada a los hogares es un paso enorme hacia la dignidad, la salud y la vida de nuestras familias. Todavía falta, pero vamos por el camino correcto.

Hablando con vecinos y vecinas, mientras se nos humedecían los ojos al ver que la ruta quedaba oficialmente inaugurada, alguien la llamó “La Ruta de la Vida”, porque finalmente podemos imaginar un futuro donde los pueblos del norte santafesino estén conectados, donde la educación, la producción y la vida tengan verdaderas oportunidades de florecer.

Es el pasado al que no queremos volver, el presente que nos encuentra aquí hoy y el futuro que nos espera.

La verdadera transformación no llega de afuera ni depende de un solo nombre. Nace de la participación, de la solidaridad, del empuje mutuo. Es fruto de la acción colectiva, de la movilización de quienes no aceptan que sus pueblos estén condenados al olvido o a desaparecer como ya ha pasado en nuestro norte.

Que la Ruta de la Vida nos recuerde siempre que soñar es el primer paso para que nuestros deseos de una vida mejor se hagan realidad. Después viene la acción, la lucha, las frustraciones y la esperanza, pero siempre yendo para adelante con la certeza de que la comunidad unida puede transformar la realidad.

La pavimentación de la ruta 3 parecía lejana, una locura, y sin embargo, acá estamos. Que cada viaje por esta ruta nos devuelva la esperanza y nos permita soñar y realizar más obras que por fin permitan al norte aprovechar todo su potencial. La verdadera fuerza está en la unidad, en la perseverancia y en la esperanza que nos mueve a seguir adelante, siempre.

(*) Diputado provincial