La licencia del responsable local y la necesidad de renovar los medicamentos en el sistema, además de otras gestiones, conforman una situación de por sí complicada, que resulta más compleja cuando quien debe reemplazarlo es una persona de afuera, como si en Vera no hubiera nadie en condiciones de hacerlo.
El día de hoy fue fatal, a pesar de que hay un cartel que dice que la atención es martes y jueves, sin que figure horario, muchas personas incluyendo quienes deben trasladarse desde el interior con el consiguiente gasto, desde Calchaquí hasta parajes de la Cuña Boscosa; madrugan para estar en turno pero la atención no se produce según lo anunciado.
Al promediar la mañana nadie se había presentado para atender ni explicar el motivo de la ausencia hasta esa hora, en la oficina de PAMI sobre calle Colón.
Hay quienes se descomponen porque no soportan la larga espera, dado que tampoco se cuenta con un mísero sillón para un mínimo de comodidad.
Seguramente este el costo del ajuste que se impone desde el gobierno sin medir las consecuencias para un sector que sigue pagando muy caro su condición de jubilado y a quien solo tienen en cuenta a la hora de aportar.
Nadie se hace cargo de la situación ni se preocupa por una solución de cara el futuro, por lo que el sector se percibe condenado a padecer este destrato por el resto de sus días.
Una verdadera vergüenza.
Letyana Press
