Por Darío H. Schueri.
Las PASO 2021, decantadoras de las candidaturas gubernamentales del 2023, arrancaron con un fuerte cruce político institucional en el peronismo gobernante, toda vez que el mismísimo Gobernador Omar Perotti decidió jugarse el cuero incluyéndose como senador nacional suplente, y fotografía inclusive en la propia boleta.
La unidad que no fue
Aún no logramos descifrar el “Teorema CFK”, mediante el cual la Vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner ubicó gente de su riñón político – La Cámpora – en las listas de precandidatos a senadores y diputados nacionales apadrinadas por el Gobernador Omar Perotti, pero no desautorizó, al menos hasta el momento, a las grillas armadas por el siempre kirchnerista Agustín “Chivo” Rossi.
El pedido de renuncia del Presidente de la Nación a sus funcionarios precandidatos lo alcanzó al propio Rossi como Ministro de Defensa (¿o acaso Rossi forzó la renuncia de los demás?) y esto avivó la fragua de quienes pregonan que la “lista de Omar” es la verdaderamente bendecida por la Casa Rosada (y el Instituto Patria).
En definitiva, tal como dijimos hace tiempo en esta columna, la interna peronista del 12 de setiembre será entre “kirchner – cristinistas”. Habrá que esperar entonces no solo la decisión que tome el electorado independiente, sino la actitud de los propios peronistas “ortodoxos”, de inmiscuirse o no en esta compulsa.
La política suele ser como un iceberg: lo más grande es lo que no se ve. En esta interna peronista, lo que subyace es la brutal disputa entre Omar Perotti y el senador Armando “Pipi” Traferri, quienes con sus respectivos padrinos (La Cámpora (CFK), Bielsa, Hacemos Santa Fe por un lado, y Evita, La Corriente, Frente Renovador por el otro, encarnados en Marcelo Lewandowski y Agustín Rossi) se batirán a duelo el 12 de setiembre al amanecer.
La institucionalidad en juego
Extrangulando la Constitución para que tenga la culpa de la inédita decisión del Gobernador Omar Perotti de ser el precandidato a senador nacional suplente de Marcelo Lewandowski, un grupo de diputados peronistas presentó un proyecto de Ley para que ante tal medida el Gobernador pida licencia, de la misma manera que el propio Primer Mandatario tiene la facultad de solicitársela a sus funcionarios candidatos. El Gobernador ha dicho que no pedirá licencia.
Si de cuestiones éticas estamos hablando, deberían también pedir licencia hasta las generales del 14 de noviembre 273 presidentes comunales que no tienen PASO el 12 de setiembre, y otros 92 hasta las PASO. Al igual que centenares de concejales que van por sus reelecciones y los 14 intendentes que tienen elecciones este año.
De la misma manera la Vicegobernadora (ya lo hizo), 4 senadores y 14 diputados que también son precandidatos nacionales.
Resulta cuanto menos extraño que políticos avezados del propio Partido señalen a Perotti por utilizar presuntamente los recursos del Estado para beneficiar a los propios – y perjudicar a los adversarios – en campaña, cuando el gobierno nacional al que dicen pertenecer políticamente unos y otros, se aprovecha del Estado de manera casi obscena para hacer política electoral.
En Santa Fe el radicalismo desde siempre viene denunciando al gobierno provincial por discriminarlos, junto con el gobierno nacional, en el reparto de fondos y obras.
Las PASO de los liderazgos rumbo al 2023
Quienes ganen las PASO el próximo 12 de Setiembre en los tres principales frentes electorales probablemente sean erigidos como precandidatos a Gobernador de Santa Fe en el 2023.
Si nos remontamos a las elecciones del año 2017 cuyas bancas se renuevan este año (5 Cambiemos, 3 peronismo y 1 Frente Progresista) con un escenario social muy parecido, y así lo demuestran las encuestas, es muy probable que el 12 de setiembre nuevamente la alianza Juntos por el Cambio (antes Cambiemos) orille el 40% de los votos del seguramente millón y medio de sufragantes; el peronismo el 30% y el Frente Amplio Progresista (antes FPCyS) el 15%.
Quedaría pues un 15% para repartir entre las restantes 10 fuerzas políticas, sean individuales o aliadas, quienes además deberán pugnar por obtener el 1,5% de los votos válidos emitidos para seguir rumbo a las generales del 14 de noviembre.
Dentro de Juntos por el cambio con cuatro listas participando, no sería de extrañar que el candidato que sacara el 12 al 15% resultara ganador; pero además como este frente se autoimpuso un piso interno del 20% de los votos obtenidos por la fuerza para repartir diputados por el sistema D´Hont, si la alianza consiguiera por ejemplo 500 mil votos como en el 2017, cada una de las listas debería sacar 100 mil votos para poder entrar en el reparto. ¿Las cuatro listas estarán en condiciones de repartir diputados?.
En el peronismo ya no será Roberto Mirabella, como señaláramos en esta columna en más de una oportunidad, el candidato natural para suceder a Omar Perotti en el 2023; ahora el aspirante al Sillón del Brigadier saldrá de la puja intestina entre Marcelo Lewandowski (a menos que aspire a la intendencia de Rosario) y Agustín Rossi, quien hace dos años resignó sus sempiternas aspiraciones gubernamentales a manos de Omar Perotti en pos de la “unidad en la diversidad”, hoy hecha añicos.
Y finalmente en el ahora rebautizado Frente Amplio Progresista, el intendente rosarino Pablo Javkin plebiscitará su liderazgo con el pupilo Rubén Giustiniani, quien competirá en su nombre para clasificar hacia el 2023 contra nada menos que la viuda de Miguel Lifschitz, la actual diputada socialista Clara García.
Quedan tan solo 41 días de campaña.