Por Darío H. Schueri.
Si algo faltaba para darle la estocada final a la disgregación argentina que alumbró en el año 2008 con “La 125”, llegó el SARS-Cov-2 con su maléfico mecanismo reaccionario de culpabilidades mutuas, devenido en severos juicios auto exculpatorios hacia nuestros semejantes “por habernos contagiado”, exponiendo lo peor de la egoista conducta humana; como si la irresponsabilidad, o un simple descuido, fuera patrimonio exclusivo del otro.
El SARS-COv-2 es fatalmente ordenador: ninguno estamos exentos de contraerlo. Sencillamente porque no vivimos en el ambiente controlado de un laboratorio; realidad que a medida que pasa el tiempo provoca la angustiante sensación de ver en cada semejante un “sospechoso contagiador”. Estamos pariendo una sociedad de paranoicos.
De tal manera, no se asombre el gobierno si la sociedad desconfía de las vacunas o lo que fuere; nos vinieron reformateando para ello. Somos el resultado del terror infundido; una comunidad de Prometeos.
Por estas horas, miles de familias y entornos afectivos atraviesan severas crisis personales por el aumento exponencial del “Factor RO” de reproches ante la aparición de casos de Covid, que seguirá expandiéndose hasta afectar seriamente a la “clase gobernante”, desembocadura final de nuestras frustraciones, pero paradójicamente grito de auxilio de nuestras indolencias, exigiendo leyes y acciones que reparen nuestros errores.
Por nada el gobierno nacional advertido que esto podría ocurrir quiere imponer severas restricciones; lamentablemente los ejemplos institucionales y una juventud fuera de control -familiar- no lo ayudarán; la represión solo acrecentará el caos.
Como si no bastara con el Covid, la Sra Vicepresidente de la Nación Cristina Fernández le imprime cada vez más presión política a la sobrecargada locomotora gubernamental, para que antes del armado de listas (allá por junio) le resuelva sus cuitas ante la justicia; mientras simultáneamente mide fuerzas audazmente con los “barones del conurbano”, – inoculados con La Cámpora hace rato- a quienes les quiere imponer a su hijo Máximo como presidente del PJ bonaerense.
Santa Fe no será la excepción
En Santa Fe, Omar Perotti armó un acto con dirigentes y gobernantes “leales” para respaldar su férrea decisión de “luchar contras las mafias enquistadas en el poder”, confirmando a su Ministro de Seguridad Marcelo Saín como el elegido para llevar a cabo tal cometido. Inmediatamente Saín, el mismo funcionario que el día del encuentro partidario-institucional aseveró “yo soy Perotti”, salió a decir que el Frente Progresista tiene compromisos con las mafias.
Braman en el Poder Ejecutivo porque el FPCyS y el “peronismo conservador” (de Traferri) le podaron la posibilidad de cobrarle ingresos brutos a las plataformas de streaming y comercialización online, como así también al juego online recientemente otorgado por decreto (denunciado por ilegal ante la justicia por diputados de la UCR) a los tres casinos instalados en la Provincia.
Las sesiones del pasado miércoles 30 de diciembre marcaron la “nueva normalidad” -bastante anormal por cierto- que se verá este año en la relación Ejecutivo-legislativo, cuyas desavenencias irán “in crescendo” a medida que se acerque el período de armado de listas.
Perotti está dispuesto a gobernador por decreto y tamizar finamente el concepto “lealtad”, sobremanera entre los propios. ¿Repercutirá ello en el entramado proselitista?. Creemos que sí.