Sobre la importancia de aprovechar la coyuntura actual de la pandemia a nivel educativo y los desarrollos de propuestas que emergen para llevar adelante revisiones sustantivas, donde los entornos tecnológicos funcionen como impulsores de aprendizaje, opinó para Télam la Lic. en Ciencias de la Educación (UBA) Verónica Perosi, directora de Experiencias Formativas de la Escuela de Innovación del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA).-
Por Verónica Perosi
La experiencia es una parte esencial del proceso de aprendizaje. Por ello, explorar de manera crítica e interpretativa algunos rasgos de la cultura contemporánea como la inteligencia colectiva (construir con otros), la co-creación (hacer con otros), la inmersión (aprender experimentando) y la cultura on demand (elegir tus tiempos y tu camino) es muy importante a la hora de pensar un modo renovado de las formulaciones de experiencias de educación. Esto implica un trabajo de revisión tanto sobre las propuestas educativas presenciales como a distancia, colectivas como autogestionadas, y un abanico de nuevos formatos y experiencias formativas para los programas existentes.
Además, la transformación de los modos en que los que el conocimiento se construye y se difunde tiene repercusiones concretas en las prácticas de la enseñanza cuando estas atienden las características de su objeto y las de los sujetos del aprendizaje. Emerge con fuerza la necesidad de una pedagogía de la problematización que apunte a desafiar y fortalecer intelectual y emocionalmente a nuestro estudiantado.
Por todo ello, no alcanza con instalar o renovar periódicamente plataformas virtuales de aprendizaje. Es necesario reconstruir los fundamentos de propuestas clásicas en un reconocimiento profundo de las transformaciones que están y seguirán teniendo lugar. Aprovechando la coyuntura actual, y los desarrollos de propuestas que emergen, es una excelente excusa para llevar adelante revisiones sustantivas, donde los entornos tecnológicos funcionen como impulsores de la capacidad de los docentes. Su trabajo no debe centrarse en adaptar o presencializar los formatos virtuales, sino en crear aproximaciones de nuevo tipo en la coyuntura actual como motores de calidad y transformación, atravesadas por las tecnologías de la información y la comunicación.
Trabajar en torno a la dimensión vincular también es central en estos tiempos. Esto implica reconocer la potencia de los entornos digitales para el desarrollo de entornos que alberguen trayectorias estudiantiles diversas, que incluyan y democraticen el acceso al conocimiento. La reconstrucción de procesos de aprendizaje continuo, el fortalecimiento de la autonomía y la autogestión son sólo algunos aspectos importantes. Es imperativo un cambio de mindset educativo, que salga del límite de la estandarización tecnológica y se sumerja en el diseño, la investigación, la creación de soluciones de vanguardia y la experimentación.
En tiempos de supremacía de lo digital encontramos una comprensión hacia aprendizajes emergentes que requieren alterar la secuencia lineal progresiva, centrada en modelo tradicional de enseñanza explicativo-aplicativo/verificativo en por lo menos dos dimensiones: el espacio del aula y el tiempo pedagógico. Para ello, es importante discutir cuáles son las condiciones que desde múltiples dimensiones tensionan las prácticas clásicas y dan lugar a la emergencia de prácticas renovadas.
Estas nuevas posibilidades configuran tendencias que nos permiten revisitar y pensar pedagógicamente sus apropiaciones en contextos educativos y crear propuestas de enseñanza profunda. Es central, desde nuestra perspectiva, que los docentes acepten el reto y capturen la oportunidad como un gran motor cultural para que sus estudiantes profundicen su deseo por explorar, experimentar y conocer. Estamos convencidos de que, en la educación superior, urge construir habilidades digitales que articulen con los desafíos de los contextos contemporáneos.