
Rocío Aguilar tiene 31 años, es suboficial de la Policía de Santa Fe y presta servicio en el Comando Radioeléctrico de Rosario. En los últimos días tomó una decisión límite: entregó su chaleco y su arma reglamentaria, y aseguró que no volverá a su puesto hasta que le otorguen el traslado al norte provincial, donde vive su familia.
El motivo, explicó, es su hija de 12 años, que en septiembre intentó quitarse la vida tras sufrir bullying en la escuela de Reconquista a la que asiste a 7mo. grado: “La policía no me iba a quitar a mi hija”, dijo con voz firme a InfoVera, aunque con pesar al recordar el momento en que tuvo que dejarla para volver a su servicio.
“Mi nena tuvo un intento de suicidio el 20 de septiembre. Cuando le dieron el alta, yo tenía que volver a Rosario para hacer una guardia. Le prometí que iba a volver, hice la guardia y regresé. Pero cuando se acercaba la fecha de volver a viajar, empezó de nuevo con ataques de pánico. No podía dejarla otra vez”, contó Rocío.
La numeraria de la fuerza de seguridad relató que desde hace más de un año cumple funciones en Rosario bajo el régimen de 12 horas de trabajo por 36 de descanso, a casi 500 kilómetros de su hogar. “El viaje es larguísimo, entre 8 y 10 horas. No tengo horarios, no tengo tiempo para estar con mis hijos”, explicó.
Su situación familiar es compleja: además de su hija, tiene dos varones, uno de ellos diagnosticado con autismo y TDAH. “Pedí el traslado cuando estaba en la Brigada de Orden Urbano. Presenté los informes médicos de mis hijos, pero la respuesta fue que los traslados solo se autorizan por permuta, uno por uno”, señaló.
Incluso, aseguró, el área de Bienestar Policial intervino en su caso. “Les conté lo que pasaba con mi hija, el estado depresivo en que estaba, pero la respuesta del Ministerio fue la misma: ‘solo uno por uno’. La negativa me llegó justo al día siguiente de que le dieran el alta a mi hija”, lamentó.
Aun con informes médicos y antecedentes presentados, no obtuvo respuesta favorable. “Yo no soy la única. Hay muchos compañeros en la misma situación, con hijos con discapacidad o enfermedades. Y la respuesta de más arriba es siempre la misma: ‘no puedo ponerme en el problema de todos los trabajadores’”, expresó.
Bullying
Sobre la causa de la crisis de su hija, Rocío reveló que “sufría bullying. En la escuela le decían que yo la había abandonado, que no la quería. Ese día me dijo: ‘Preferís tu trabajo antes que a mí’. Después intentó suicidarse. Tiene solo 12 años.”
Aguilar contó además que, durante su ausencia, sus hijos quedan al cuidado de familiares: una tía, la madrina o la abuela paterna, que está medicada por depresión. “Eso me generaba mucha angustia. Yo estaba en Rosario y no sabía cómo estaban mis hijos”, relató.
“Yo a Rosario no vuelvo más. Si no sale el pase, me voy de la Policía. Tengo que hacer tratamiento psicológico, pero mi decisión está tomada. Mi hija me necesita. Está su vida en el medio y eso no se negocia, no hay manera”, aseveró, categórica, respecto a su futuro en la fuerza.
Vocación
Aun así, Rocío sostuvo que ingresó a las filas policiales por vocación: “Siempre me gustó la Policía. Estudié en en ISEP Reconquista pensando que iba a servir acá. Pero duele ver que hay hijos de jefes o personas sin cargas que consiguen el traslado y nosotras, las que realmente lo necesitamos, no podemos”, afirmó.
“Hay que cuidar la salud mental. Si la cabeza no funciona, nada funciona. Y yo creo que fue la mejor decisión la que tomé porque yo sé que el corazón de mi hija se va a curar, la cabecita de mi hija se va a curar, pero yo a la policía no le debo nada”, cerró.