
El joven fue hallado penalmente responsable de los delitos de homicidio calificado y de abuso sexual con acceso carnal. “Se hizo justicia”, ponderó la hija de la víctima.
Un llanto desbordante, desgarrador, que había estado contenido hasta ese momento, sumió a Rosana Burella en una mezcla de dolor y alivio al escuchar la sentencia condenatoria por el sangriento femicidio de su madre, Noemí “Mimi” Burella (61), ocurrido en agosto de 2022 en Calchaquí .“Se hizo justicia para que mi mamá descanse en paz”, valoró, entre lágrimas.
Ulises Troncoso (22), principal acusado, escuchó el veredicto desde la cárcel de Santa Felicia, donde cumple prisión preventiva desde que fuera apresado días después del hecho por que el que estaba imputado.
Por decisión unánime, el Tribunal pluripersonal integrado por los jueces penales Natalia Palud (presidente), Claudia Bressan y Martín Gauna Chapero lo halló autor penalmente responsable de los delitos de homicidio calificado por haber sido cometido para ocultar, consumar y procurar la impunidad de otro delito (criminis causa), y por ser cometido por un hombre contra una mujer en un contexto de violencia género, en concurso ideal con abuso sexual con acceso carnal.
Los magistrados los condenaron a la pena máxima prevista por la codificación penal vigente, y al mismo tiempo rechazaron la calificante de alevosía por “insuficiencia probatoria”.
En tanto, Jorge Zanel (25) recibió una sentencia de 4 años y 6 meses de prisión por encubrimiento agravado, por ser el hecho encubierto especialmente grave. Fue quien le cambió por cigarrillos de marihuana a Troncoso el celular de la persona asesinada. El agravante de “ánimo de lucro” fue desestimado por falta de pruebas. No irá preso por el momento en atención a que el pedido de prisión preventiva en su contra “no estuvo debidamente fundamentado” ni fue debatido por los acusadores.
Durante el juicio, tanto los fiscales Valentín Hereñú y Nicolás Maglier, como las abogadas querellantes Carolina Walker y Agustina Taboada relataron que la víctima “fue encontrada por su hija Rosana en el piso del living de su casa, con las calzas y la ropa interior bajas, el rostro cubierto con un repasador y signos visibles de haber sido brutalmente golpeada”. La autopsia revelaría luego que la mujer murió por un traumatismo craneoencefálico.
Jueces malabaristas
En episodio nada habitual, antes de dar lectura al fallo, la presidenta del Tribunal, Dra. Natalia Palud, pronunció un mensaje hacia las partes y los medios presentes en el que refrendó “la convicción más profunda de que humanizar la justicia no implica abdicar de la imparcialidad, muy por contrario. Invito a reconocer que detrás de cada causa hay historias reales, personas concretas y dolores legítimos”.
La jueza dijo que “la tarea que se nos encomienda como jueces es compleja, es un rol que mucha veces parece frío y distante. Pero esa apariencia no responde a la indiferencia, sino al deber de equilibrar dos bienes fundamentales: el respeto por las garantías del debido proceso y la tutela judicial efectiva para quienes han sido víctimas”.
Y añadió: “Es esa línea delgada y tensa donde los jueces caminamos como malabaristas cada día, intentando equilibrar sin perder el peso las garantías de los imputados y el derecho de las víctimas a obtener una respuesta judicial eficaz”.
Para concluir, dejó en claro que “la decisión que se dará a conocer es resultado exclusivo de lo que se ha producido como prueba en el juicio. Las sentencias no se dictan por sensaciones, emociones ni impresiones personales, se dictan por pruebas, y esas pruebas fueron debatidas y analizadas en este juicio ante la mirada atenta de este Tribunal”.
Sensaciones
Como en cada proceso oral de alta resonancia social -como el femicidio que se juzgó-, al arribar a la audiencia donde se da a conocer la decisión de los jueces la conjeturas sobre el inminente fallo se colocan al orden del día entre las partes, familiares y periodistas.
En cada escena se buscan indicios que puedan llevar anticipar lo que resolverá el Tribunal. Todo en medio de un tensión que se siente con fuerza en el ambiente.
Esta vez no fue la excepción y, en ese sentido, las palabras ofrecidas por la titular del cuerpo pluripersonal fueron escuchadas con cierta preocupación -lo reflejaban sus rostros y lo admitieron después- por las partes acusadoras: parecía que los jueces se estaban excusando por anticipado de una sentencia no esperada por quienes reclamaban justicia.
El nerviosismo fue en aumento hasta que la titular del OGJ Vera. Dra. Nilva, previo hacer una pausa para tomar aire, que pareció interminable, leyó el punto 1 del decisorio: “Condenar a Ulises Germán Troncoso…”. Un desahogo generalizado invadió la sala.
Una vez que todo concluyó, un comunicador social de Calchaquí hizo gala de una perspicacia para ponderar: “Yo me di cuenta que lo iban a condenar a Troncoso cuando la presidenta de Tribunal entró con una pollera y una corbata rosa intenso”, color que en la simbología de los movimientos feministas hace referencia a la memoria de las mujeres víctimas de femicidio, al igual que otros tonos como el violeta o el morado representan a los colectivos de género. En rigor de verdad, sin desmerecer la mirada aguda del colega, no se sabrá sin la jueza Palud vistió acorde a la ocasión en forma de señal o si su vestuario fue aleatorio. Pero que pasó, pasó, y quedó registrado.
