El triste vínculo entre un reconocido futbolista y la bruja detenida por robarle 70 mil dólares

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38 años ya es tarde para cualquier futbolista, una edad que suele ser el crepúsculo de cualquier carrera. Y en el crepúsculo de las cosas es cuando uno pierde la fe.

El delantero -cuyo nombre se mantiene en reserva para no entorpecer la investigación judicial en curso- había tenido una historia celebrada, con grandes pasos en equipos de Argentina y a lo largo de Latinoamérica, donde ganó torneos continentales. Después, volvió al país para jugar en el Ascenso del interior. Las cosas se pusieron extremas. Los barras de su equipo, dijo él, lo intimidaron con una serie de tajos en la pintura plateada de su auto, trazos que fueron de capot a baúl. Pero había otro miedo dentro suyo que iba más allá de la violencia lumpen, un miedo al vacío. No hacía goles, no brillaba o al menos no tanto como él quería. Podía pasar un mes entero sin convertir.

Entonces, a comienzos de este año, llegó a una bruja. Su nombre era Monique A., una mujer brasileña que ofrecía servicios de clarividencia, tarot y sanación, amarres, endulces y cortes de mufa en zonas como Olivos y Vicente López. Un amigo en común se la había recomendado. El pedido del futbolista era simple: ayuda espiritual para volver a ser estrella, para revertir la mala racha y ganar. Entonces, hicieron un trato. No era nada extraño que esto pasara. La relación entre fútbol y ocultismo está más que documentada, o rumoreada. No hay que ir mucho más lejos que Paul Pogba, y su supuesto encono contra Kylian Mbappé.

Hoy, Monique A. está detenida, fue arrestada este fin de semana en su casa de Martínez por la División Antifraudes de la Policía Federal, con un expediente a cargo de la Fiscalía Regional N° 5 de Santa Fe de Guillermo Loyola. El propio futbolista la había denunciado por estafa, por supuestamente robarle una fortuna de 70 mil dólares y 300 mil pesos.

Se la robó, según la acusación en su contra, de la forma más creativa y triste posible.

Monique, de 30 años, miembro de la comunidad gitana, atendía al jugador por videollamada de WhatsApp sentada en su templo en su casa, ubicada en tradicional calle de Martínez. La mujer le hablaba con una voz llena de cadencia, rítmica, le explicaba que era una chamana poderosa, que todo iba a estar bien.

El aura que la rodeaba podía ser intimidante. Una página en Facebook mostraba las fotos del templo en que Monique servía, ella misma filmaba los altares donde invocaban a “entidades de luz y magia blanca”. En una ceremonia que podía verse en la página, un maniquí aparecía decapitado, con una vela blanca montada encima del bulto de sus genitales. La cabeza del muñeco reposaba entre las imágenes de dos santos. Los amarres de amor y endulzamientos con figuras humanas hechas de cera que se derretían al calor de los hechizos también eran frecuentes.

Los ritos se veían poderosos, el vínculo entre bruja y cliente se estrechaba cada vez más, Monique comenzó a viajar para ver al jugador, visitó la casa del delantero para una serie de limpiezas energéticas. Sin embargo, los goles no venían. Entre agosto y septiembre de este año, el delantero pasó seis fechas sin meter un tanto.

Monique tras su arresto.Monique tras su arresto.

Entonces, Monique tuvo una explicación, aseguran fuentes del caso a Infobae. El problema, por llamarlo de alguna forma, estaba en los bienes materiales, la mala energía venía del dinero, de los dólares que el jugador conservaba.

El jugador, efectivamente, le entregó los 70 mil dólares y los 300 mil pesos para que se los limpie. Monique, según la imputación, efectivamente se los limpió. Los billetes nunca regresaron.

La supuesta ocultista le pidió a los detectives que se la llevaron poder maquillarse un poco antes de la foto de rigor. Tras la foto, comenzó a despotricar, mientras la Federal le incautaba un BMW. Aseguró que todo era una causa armada, una cama que le había tendido su novio, un joven también gitano, con domicilio en la zona de Monte Grande. Hoy, el novio de Monique es buscado por la Justicia. Las cámaras lo muestran recolectando la plata del delantero, para luego irse en un auto de alta gama.