El clima de malestar reina por estas horas en las filas policiales por la falta de racionamiento para la alimentación del personal.
El problema viene desde el mes pasado cuando el Ministerio de Seguridad comenzó con el con el corte de las partidas de racionamiento habituales e implementar el dispositivo de tarjetas alimentarias.
El mes pasado surgió el primer incoveniente, porque las tarjetas no llegaban y Seguridad debió volver a activar los fondos para racioamiento.
Este mes ocurre algo similar: las tarjetas fueron repartidas, pero no tienen fondos. Ergo, el personal deben correr con los gastos de alimentos en horas de servicio, que es responsabilidad del Estado.
“Hay policías que en estos tres días comieron pan nada más, que ganan 40.000 pesos, tienen familia y no pueden gastar 6.000 pesos por mes para poder comer cuando cumplen servicio”, graficó una fuente.
Podrían surgir más inconvenientes: el reparto de las tarjetas se completaría, con viento de cola, recién a mediados de diciembre. Con lo cual, ante este panorama los agentes policiales que trabajan en destinos alejados de donde tienen su domicilio podrían optar por tomar licencias médicas, hasta tanto se resuelva el entuerto.
El ministro Saín negó el mes pasado que la policía se quedase sin racionamiento, y fiel a su estilo calificó de “periodismo basura” a una nota al respecto de InfoVera que fuera levantada por medios provinciales.
La psicología tiene una explicación teórica para los agravios de Saín: “La proyección es un mecanismo de defensa por el que el sujeto atribuye a otras personas las propias virtudes o defectos, incluso sus carencias”.
Hoy, por segundo mes consecutivo el tema del alimento para la policía es otra vez un drama y las pruebas están a la vista.