50 años después…

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Aquel 22 de enero del 73, en Rosario, preguntamos cómo llegar al Batallón de Comunicaciones 121; nos tomamos el trole y a las 8 en punto traspasamos el portón de acceso sobre calle Lamadrid.

Las elecciones se habían anunciado para marzo y hubo que adelantar la incorporación de la Clase 1952, que tendría la histórica misión de custodiarlas y para ello los conscriptos debían capacitarse en tediosas clases de “Instrucción Electoral”.

Ingresamos todos juntos, pero más de un centenar fuimos separados del resto, habíamos sido seleccionados para integrar la Compañía Policía Militar 121, un grupo especial de soldados con funciones determinadas.

Hubo dos elecciones, ganó Cámpora, vino Perón, Ganó Perón, mataron a Rucci, todo eso nos sorprendió haciendo guardias afuera, imaginarias en la cuadra, controles en las rutas de acceso o cuidando la quinta del Comandante del II Cuerpo de Ejército.

La vida en la PM era bastante rutinaria, pero a veces adquiría tonos muy divertidos con las ocurrencias de algunos “zumbos” que hacían más llevaderas las “ranedas” en la plaza de armas, la “revista de equipo” en la canchita, los exquisitos sanguches de mortadela en la Cantina -el día de cobro- mientras mirábamos “La Chona” o el clásico de Roberto Galán “Si lo sabe cante”.

Así pasaron los meses “bajo Bandera”, que empezaron con el riguroso período de instrucción inicial  en el campito de Baigorria y culminaron con el período de maniobras en la estancia Santa Rosa, de Roldán; habiendo pasado por los rutinarios patrullajes y controles de rutas que comenzaron a intensificarse por aquellos días… para nosotros era algo parecido a una simple excursión, con tal de salir del cuartel, nuestra concentración y la edad no nos permitían pensar otra cosa que no sea lo que nos habían inculcado desde el primer día de incorporación, nadie estaba en condiciones de predecir el futuro y mucho menos adivinar lo que vino después…

Por eso, salir de patrulla era un paseo, los sábados a la Terminal Mariano Moreno para enganchar a los francos que salían de joda vestidos de civil; pero lo que resultaba más complicado era cuando te sacaban a la madrugada vestido de combate a controlar rutas y revisar autos. Nadie nos lo puede contar.

Entramos desconocidos y salimos como una familia en una amistad que aún perdura y se fortalece en cada reencuentro.

Por eso, al cumplir 50 años de nuestra incorporación, quisimos regresar y gracias a la predisposición de las autoridades a cargo del lugar, hoy convertido en “Polo Tecnológico”, lo pudimos recorrer, embargados por la emoción y la nostalgia.

Volvimos a caminar la calle por donde ingresamos a nuestra Compañía, a ver de afuera el edificio que nos albergó durante un año y la Plaza de Armas de la que solo queda el mástil, al que cada mañana le cantábamos “Aurora” dedicado a la Bandera.

Todo está muy cambiado y también nuestra visión de esa escenografía que hoy se muestra deslucida y despojada de la solemnidad de entonces, cada espacio tiene un pedazo de recuerdo en la memoria colectiva del grupo.

Si bien es cierto que el criterio de esa época ha cambiado, comprobamos con mucha tristeza como el tiempo fue arrancando a girones los testimonios de una historia que nos pertenecía a todos, pero que a pesar de ello y aunque haya transcurrido medio siglo, seguirá estando presente en nuestro corazón que vuelve a temblar cada vez que escucha la “Canción del Infante” o cuando la consigna de “Subordinación y Valor!!! nos arrancaba el grito ahogado en lágrimas  de “Para defender a la Patria”.

Los Soldados PM 121 dijimos presente! en una visita donde solo faltó el cierre con el “Diana de Gloria”.

Un agradecimiento especial a quienes la hicieron posible y facilitaron nuestra recorrida por el predio con absoluta libertad.

Manuel Mudry