Por Rogelio Alaniz
Importa que los dirigentes de Juntos por el Cambio se preocupen de los desafíos de su hipotética gestión a partir de 2023 y, sobre todo, que en principio no se repita para esa jornada los desgraciados episodios de 2015 con una titular del Poder Ejecutivo que se niega a entregar los atributos del mando y una oposición peronista absolutamente convencida que la llegada de Macri al poder significó el retorno de los militares de 1955 o 1976.
Importan estas preocupaciones, pero por el momento ningún político puede desentenderse de los desafíos del tiempo presente, y en particular la travesía que a los argentinos nos aguarda en los próximos meses con un gobierno que no disimula su crisis y su impotencia.
Dirigentes de Juntos por el Cambio no ignoran estas dificultades, pero no obstante se han preocupado por advertir que no están dispuestos a cogobernar o a tomar partido por algunas de las facciones peronistas hoy enfrentadas entre sí.
Por su parte, el peronismo en el gobierno ha logrado hasta el momento mantener controladas las variables económicas y financieras. Nada anda bien, pero nada permite por el momento augurar una catástrofe estilo hiperinflación con sus correspondientes estallidos sociales. Con dificultades, sin disimular refriegas internas, el peronismo se las arregla para contener a sus bases.
¿Hasta cuándo lo hará? Imposible saberlo, aunque todos perciben que esta suerte de cheque en blanco que los pobres le han extendido al peronismo ya ingresó en su cuenta regresiva.,